Me encontraba nerviosa, estaba preparando los últimos preparativos antes de irme hacia Madrid, repasando todo una y otra vez para que no se me olvidase nada, pero había algo que no se me iba de la cabeza ¿podré aguantar tanto tiempo sin ver a mis padres, sin ver a mis hermanos y a mis amigos? una voz hizo que volviera al mundo, era mi hermana Carolina de 7 años para que bajara a cenar, estaba asomada en la puerta de mi habitación, a ella si que la iba a echar de menos era la luz de mi vida; le di un beso y nos fuimos para abajo.
En la mesa del comedor ya estaban sentados mi padre Eduardo y me hermano mayor de 25 años Lucas, y fue inevitable que me saliera una lagrimilla los iba a echar mucho mucho de menos, me sente a la mesa y apareció mi madre, Carla, con una lasaña (mi comida favorita) que mejor manera que despedirme ya que marcharía al día siguiente bien temprano. Durante la cena estuvimos hablando de como sería mi nueva vida.
Cuando terminamos de comer nos fuimos al salón a pasar el último rato familiar antes que la enana se quedara dormida, alguien llamó a la puerta, ¿Quién sería a estas horas? Fui a abrir y cuál fue mi sorpresa que alli estaban todos mis amigos y familiares para despedirme, no aguante más y rompí a llorar, no me lo esperaba para nada ya que me había despedido ya de todos ellos, pasamos un buen rato, me dieron cuadros de fotos para que no me olvidara de ellos, muchas cartas, mis primos chicos me dieron muchos dibujos, me encantó la sorpresa aunque me hicieron llorar y mucho...
Cuando se fueron era hora de descansar un rato ya que tocaba madrugar al día siguiente, les pedí a mis hermanos un último favor dormir los tres juntos la última noche y así fue.
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